Domingo 30 abril 2017

Cuando me gradué de arquitecto en 1993, tuve la dicha que la oficina Sanabria buscaba a dos arquitectos que se encargaran de los proyectos de la Hacienda Sta. Teresa y corporación Vollmer.

Recuerdo la entrevista me la hizo Gustavo Torres, socio de la compañía y más tarde entró a la sala, Lolita Sanabria, hija de Tomás Sanabria, quien daba el perfecto equilibrio a la oficina.

Luego me presentaron a José Antonio Díaz padre (alias Toñeres), mi jefe directo, con quien canté sevillanas muchas veces en el viaje a la hacienda, riéndonos entre su tos característica y su risa, con una parada obligatoria en la “Arepera de La Victoria”.

Recuerdo claramente mi primer trabajo. Llegamos a Sta. Teresa y nos estaba esperando u helicóptero militar. Yo con una cámara de video y Tomás Sanabria con la fotográfica, quien me decía en pleno vuelo

Acércate más al borde –

Y yo totalmente asustado, primera vez que volaba sin puerta.

Al día siguiente me entregaron un plano de la hacienda de casi tres metros de largo, las fotos tomadas desde el helicóptero y una caja de Prismacolor.

Resultado, luego de varios días de trabajo, un plano lleno de color de techos reflejados, los árboles, sombras, caminerías. Una verdadera impresión de lo que hoy en día es un Google Earth. Al Dr. Sanabria le gustó mucho, tanto así que lo puso en la Sala de Conferencias y lo fotografió. ¡Para mí fue un gran orgullo!

De allí en adelante comenzó mi aprendizaje con una relación muy afortunada de tener al Dr. Sanabria muy cerca.

Me buscaba por mi casa para ir a Sta. Teresa, me corregía cada pequeño detalle en mis planos, una oficina muy profesional y muy ética. Entre rayas y rayas no me estaba dando cuenta que me estaba formando como arquitecto.

Recuerdo que como al mes o a los dos meses de trabajar allí, me pregunta en el ascensor el Dr. Sanabria, que cómo me sentía trabajando con ellos. Muy pendiente de su personal porque realmente tenía personas igualmente excepcionales a su lado.

Allí aprendí realmente a observar y no solo ver. Cuando un día me dijo

Ese follaje de ese árbol está fuera de escala, el tronco es más grueso, ¿lo mediste? –

Podía saber a qué hora habían tomado una foto por las sombras arrojadas. Aprendí a tomar la misma foto con un metro de distancia de diferencia, y puedes lograr así verlas en 3D en un aparato que el Dr. Sanabria no necesitaba.

Encontraba pequeñas notas escritas o papelitos en mi plano mientras salía a almorzar, donde el no descansaba, no paraba de trabajar. Más de una vez lo ví aguantando una arepa en una mano y con la otra continuaba dibujando.

 

¡La gran escuela de mi vida!

En las tardes recorría, puesto por puesto, con las mediecitas que dan en los aviones, revisando cada detalle.

No puedo negar que al comienzo estaba muy nervioso, ya saben, ¡trabajar en la Oficina Sanabria! Tanto así que me dio por silbar y silbar. Llegaba todos los días silbando por lo que mis compañeros me apodaron “pajarito”.

El Dr. Sanabria al principio me llamaba Luis y yo no entendía, hasta que un día me preguntó por mi tío Luis Morasso y allí fue que entendí.

Luego cada quien en la oficina tenía que poner en el sello de los planos sus iniciales, ya saben, donde decía DIBUJO: y yo puse JIM. Pues JIM me quedé, ¡de allí en adelante me llamo Jim!

En fin, una oficina donde nada era improvisado, nada resultaba del azar. Todo estaba medido a su mínima expresión. Tanto así que un día hablaban de un espacio, y de tanto en tanto miraban hacia el techo. Cuando enfoqué bien, vi que había una cinta métrica dibujada en el plafond.

En mi primer proyecto o primera colaboración, dibujé una jardinera curva y Sanabria me preguntó

Jim, ¿cómo se construye eso? –

Me hizo pensar pues el centro de la circunferencia caía en el capó del carro del vecino. Me obligó revisar pues saqué punto por punto con ejes cartesianos y al final se construyó. Mi primer trabajo de campo fue en la casa del Dr. Enrique Machado Z, año 1993, padre de María Corina Machado.

En fin, Tomás José Sanabria, un matemático, un racional venido de la tutoría de Walter Gropius de la BAUHAUSE. Un artista que diseñó los plafones del Banco Central de Venezuela y del hotel Humboldt. Un ecologista que respetaba la naturaleza, que construía alrededor del árbol sin tocarlo, donde hasta el detalle de cómo iba a recoger las aguas de las lluvias era importante. Cómo pegaba el sol sobre una fachada para controlarlo. Hacía una arquitectura íntegra y respetuosa, una arquitectura verdadera para el hombre, por y con el hombre.

 

Juan Ignacio Morasso Tucker (Jim)